Skardu en otoño es toda una bendición visual, una recreación para los sentidos.
Poco a poco los colores verdes de los árboles se van transformando en toda una gama tonal amplia y espectacular de rojos, ocres, morados, dorados, naranjas, marrones, negros y amarillos, más de lo que uno pueda imaginar.
Ahora que estoy tan lejos de mi tierra al ver las hojas doradas en los árboles de Skardu me acuerdo de ella y del otoño a orillas del Tormes con los álamos y chopos dejando caer sus hojas para formar una alfombra de oro.
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Fluyen imágenes en movimiento de mi infancia, en ellas veo barrer al viento las hojas secas caídas en el suelo mientras camino por una calle vacía de mi Salamanca querida.