
Cualquier tipo de flor o planta crece con brío, algunas eran exóticas y desconocidas, otras aunque conocidas sorprenden por su esplendor y vitalidad; todas te alegran la vista y el espíritu.
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Algunas veces, se cerraba el cielo y poco a poco la oscuridad iba tomando forma en oscuras nubes preñadas de agua que luego descargaban la lluvia.


Al final siempre sale el sol y ahí teníamos todo para disfrutar del mar y del viento.


Y las gentes, las buenas gentes, que para el viajero son lo mejor, si la República Dominicana es un extraordinario destino por ser una isla preciosa, un paraíso natural, sus gentes son aún un mayor tesoro, de un carácter amable y paciente hasta decir basta, su simpatía y buen humor es contagioso y todo un premio para el viajero.

Y siempre de la portentosa naturaleza, y la luz, esa luz que pide a gritos pasar a los recuerdos del viajero impresa en la memoria, entonces con la cámara de fotos le atrapamos para siempre.






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